domingo, 28 de septiembre de 2025

Una de cada cuatro personas trabajadoras en España ha estado de baja por estrés laboral

El estrés laboral ya no es un estado pasajero: se ha convertido en una realidad estructural que afecta de forma directa a la salud física, emocional y social de los trabajadores. Así lo revela el informe ‘Burnout. ¿Trabajos que cuidan o que enferman?’ elaborado por EAE Business School, perteneciente a la red de educación superior Planeta Formación y Universidades.

El estudio concluye que el 24% ha estado de baja por estrés en algún momento. Un dato que concuerda con la cifra arrojada por la encuesta de Condiciones de Trabajo realizada en 2023, que destaca que el 28% de los trabajadores muestras síntomas clínicos de burnout.

«No se trata de debilidad personal, sino de un diseño laboral tóxico que prioriza la productividad constante sobre la salud», señala Merche Aranda, profesora de EAE Business School y autora del estudio. «Los empleados sufren, pero no lo dicen. Prefieren callar por miedo a las represalias o a ser etiquetados como débiles», añade.

El silencio organizacional: Una renuncia invisible

Uno de los fenómenos más preocupantes que revela el informe es el llamado ‘silencio organizacional’. El 44% de los trabajadores no se siente escuchado ni valorado, y un 38% elige no expresar sus opiniones y simplemente acepta las órdenes de sus superiores Un 49% afirma sentirse seguro compartiendo preocupaciones con sus superiores, y un 44% considera que hablar tiene consecuencias positivas. El silencio no es casual, sino estratégico: el miedo al juicio o al castigo provoca aislamiento y puede desencadenar lo que los expertos denominan ‘adiós silencioso’.

Este fenómeno implica varias consecuencias para la empresa, como miles de millones de euros al año de gasto producido por la rotación, el absentismo y la baja productividad. Asimismo, este adiós silencioso, según los expertos, provoca un daño grave a la autoestima, así como desencanto vital.

Insomnio, desconexión digital, falta de propósito y liderazgo

El principal síntoma del burnout en España es el insomnio, que afecta al 63% de quienes sufren estrés laboral. Le siguen el agotamiento emocional y la incapacidad de desconectar (47%), así como alteraciones alimentarias, especialmente entre mujeres y jóvenes de la Generación Z.

A pesar de esta realidad, el 76% se considera eficaz en su trabajo y afirma disfrutar de los logros laborales. Sin embargo, también hay una fractura emocional: los hombres muestran mayores niveles de desconexión y muchos dudan del valor que aportan a su organización.

El estudio también alerta sobre el papel del liderazgo en la gestión del burnout. El 58% de los trabajadores tiene una opinión negativa de sus líderes, y un 49% considera que este genera un entorno seguro para expresar sus opiniones. Por otro lado, el 38% no se sienten inspirados por sus superiores y el 35% considera que no les moviliza su energía y compromiso.

Aunque el liderazgo colaborativo es el más valorado (51%), existe una clara demanda de líderes más humanos, accesibles y empáticos.

Diferencias por edad y género

El informe refleja una clara diferencia generacional: los Boomers son los que más conectan emocionalmente con sus compañeros y presentan mayor satisfacción vital, mientras que los jóvenes y perfiles operativos son los que más dificultades tienen para encontrar propósito y motivación. En cuanto al género, las mujeres muestran mayor empatía y conexión con sus pares equipos, mientras que los hombres tienden a una mayor despersonalización en el entorno laboral.

Fuente.

Riesgos y beneficios de la digitalización en el trabajo

La tecnología digital ha transformado cómo trabajamos, brindando oportunidades pero también planteando riesgos para la seguridad y salud. A pesar del uso generalizado de tecnologías como robots y dispositivos inteligentes, solo el 24% de los lugares de trabajo en la UE han abordado su impacto en estos aspectos. Por esto, la Agencia Europea de Seguridad y Salud en el Trabajo lidera la campaña "Trabajo seguro y saludable en la era digital", buscando crear conciencia y proporcionar orientación en este ámbito.

Oportunidades y riesgos

La creciente digitalización de la economía y el uso de las tecnologías digitales en el lugar de trabajo ofrecen oportunidades para las empresas y su personal, incluidas nuevas oportunidades para mejorar la SST:

La  relega a las máquinas tareas repetitivas, intensivas en mano de obra y peligrosas.

La robótica y la IA apoyan y sustituyen a las personas trabajadoras en entornos de trabajo peligrosos.

Las tecnologías digitales y las tecnologías que mejoran el rendimiento (por ejemplo, los exoesqueletos) facilitan el acceso al mercado laboral de las personas trabajadoras desfavorecidas, como discapacitadas, los migrantes o las que viven en zonas con escasas oportunidades de empleo.

Una mejor supervisión combinada con  permite intervenciones más oportunas y eficaces.

Las personas trabajadoras que pueden trabajar en casa consiguen una mejora del equilibrio entre vida privada y vida laboral, flexibilidad y autonomía.

Los datos de la encuesta OSH Pulse de 2022 de la EU-OSHA muestran que las tecnologías digitales se utilizan para controlar el ruido, las sustancias químicas, el polvo y los gases en el entorno de trabajo del 19,2 % de las personas trabajadoras europeas, así como para controlar personalmente la frecuencia cardíaca, la tensión arterial, la postura y otras constantes vitales del 7,4 % de las personas trabajadoras.

Los datos extraídos de esta misma fuente señalan también que las personas teletrabajadoras tienen menos probabilidades de estar expuestas a la violencia o al abuso verbal por parte de clientes, pacientes, alumnos, o al acoso o intimidación: las personas teletrabajadoras declaran estar expuestas a violencia o abusos verbales solo en el 7,9 % de los casos (15,7 % en el total de la población activa), ya que trabajan sobre todo en empleos que implican una interacción reducida con terceros, y a acoso o intimidación solo en el 4,4 % de los casos (frente al 7,3 % de la población total), ya que el aislamiento social (incluso de compañeros y superiores) puede desempeñar un papel atenuante a este respecto. Cabe mencionar que es menos probable que las personas que trabajan en casa señalen que les falta autonomía o sientan alguna influencia en su ritmo de trabajo o los procesos de trabajo (14,4 %) en comparación con el conjunto global de la población trabajadora.

También existen retos y riesgos para la salud y la seguridad en el trabajo derivados de la aplicación de tecnologías digitales en el lugar de trabajo:

Seguimiento digital, pérdida de autonomía, aumento de la carga de trabajo y presión para lograr un determinado nivel de rendimiento.

Los puestos de mando intermedio se sustituyen por algoritmos que asignan tareas al personal y supervisan su rendimiento.

Pérdida del control del trabajo, fragmentación de los puestos de trabajo en tareas muy sencillas que deben ejecutarse de manera uniforme, reducción del contenido del puesto de trabajo y descualificación de los puestos de trabajo.

Aislamiento del personal, aumento de las interacciones virtuales y pérdida de apoyo entre iguales.

Decisiones incorrectas o injustas sobre el personal derivadas de procesos automatizados o semiautomatizados que utilizan datos o programas informáticos que contienen errores.

Sistemas de incentivos y penalizaciones, y calificación del rendimiento de las personas trabajadoras.

Ausencia de responsabilidades claras en relación con la SST y la aplicabilidad del marco reglamentario vigente en materia de SST.

Movilidad, flexibilidad, disponibilidad veinticuatro horas al día los siete días de la semana y difuminación de los límites entre la vida laboral y la vida privada.

La encuesta ESENER de 2020 de la EU-OSHA ha encontrado evidencias de que el aumento del uso de las tecnologías digitales en el lugar de trabajo está vinculado a riesgos psicosociales, como la premura de los tiempos, la mala comunicación o cooperación, la precariedad laboral y el trabajo en turnos largos u horarios irregulares.

Además, en la encuesta OSH Pulse de 2023 de la EU-OSHA realizada entre el personal, las personas encuestadas afirman que con las tecnologías digitales trabajan en soledad (44 %), se sienten más vigilados en el trabajo (37 %), se reduce su autonomía en el trabajo (19 %), la velocidad o el ritmo de trabajo les viene impuesto (52 %) y su carga de trabajo aumenta (33 %).

Los datos de la encuesta OSH Pulse de 2024 de la EU-OSHA muestran que las personas que trabajan en casa declaran haber experimentado un aumento de la carga de trabajo (33,2 %), de la velocidad o el ritmo de trabajo que viene determinado por las tecnologías digitales (61,2 %), del aislamiento social (56,8 %) y de la presión de tiempo o la sobrecarga de trabajo (46,9 %) con mayor frecuencia que la población activa total.

Fuente: Agencia Europea de Seguridad y Salud en el Trabajo https://healthy-workplaces.osha.europa.eu/es/about-topic/what-about


 

La falacia del coste hundido (por qué te resulta tan complicado dejar un empleo)

La psicología ha explicado por qué te resulta tan complicado dejar un empleo, aunque sea tóxico: la falacia del coste hundido.

Muchas personas permanecen en empleos que no les motivan solo por el miedo a perder todo el esfuerzo realizado en llegar hasta donde está • La psicología ha puesto nombre a ese fenómeno: falacia del coste hundido

A menudo, las personas se aferran a empleos que ya no les satisfacen –o que, directamente, no soportan—, pero se resisten a dejarlo movidas por el temor a perder todo lo que han invertido (tiempo, esfuerzo o formación, etc.) para llegar hasta donde se encuentran en ese momento.

Aunque pueda parecer extraño, este comportamiento responde a un sesgo psicológico llamado falacia de coste hundido. Este sesgo puede retrasar la toma de decisiones para dejar un empleo y perpetuarse en una situación laboral desfavorable que incluso puede afectar a la salud mental.

¿Qué es la falacia de coste hundido?

Los psicólogos Amos Tversky y Daniel Kahneman de la Universidad Hebrea de Jerusalem acuñaron por primera vez en 1972 la idea del sesgo cognitivo Psicólogos como Daniel Kahneman, Premio Nobel en 2002, se basaron en el trabajo de Tversky y Kahneman para demostrar la profunda influencia de este sesgo en la toma de decisiones empresariales y personales, siendo relativamente fácil quedar atrapado en esa situación de inmovilismo.

Richard Thaler presentó por primera vez el concepto práctico de la falacia del coste hundido, concluyendo que las personas tienen una mayor tendencia a usar un determinado bien o servicio cuando previamente han invertido dinero en ellos.

De acuerdo a las investigaciones de la Universidad de Ohio (EEUU), la falacia del coste hundido se refiere a la tendencia que tienen las personas a continuar una actividad o permanecer en una situación determinada porque ya se han invertido recursos en ello, aunque esos recursos sean irrecuperables y la decisión lógica sería abandonarla.

En la toma de decisiones laborales caer en la falacia del coste hundido –o del coste irrecuperable— implica ir posponiendo indefinidamente la decisión de cambiar de empleo solo porque no queremos "perder" lo que nos ha costado llegar al puesto actual.

El sesgo en las decisiones importantes

Este error de pensamiento hace que las personas se estanquen en empleos que no les motivan y que incluso están coartando su potencial profesional, incluso cuando se presentan evidencias de otras opciones más beneficiosas y racionales.

El sesgo se asienta sobre un factor psicológico determinante como es la aversión a la pérdida. Por ejemplo, la sensación personal de responsabilidad por los recursos ya invertidos, o el miedo a parecer un "derrochador" ante los demás, pueden hacer que alguien permanezca años en un trabajo que ya no le aporta satisfacción ni crecimiento profesional.

En investigaciones psicológicas, se ha comprobado que el cambio de trabajo se posterga, aunque la alternativa sea claramente mejor. Esta parálisis se produce por esa aversión a la pérdida psicológica que supone que todo el esfuerzo realizado en el pasado haya caído en saco roto.

Atrapados en su propia trampa

Un estudio llevado a cabo por los investigadores de la Universidad de Kansas con más de 1.000 participantes demostró que, quienes caen en esta falacia, presentan mayores síntomas de ansiedad y postergan la búsqueda de ayuda profesional.

Investigaciones recientes del departamento de psicología y economía del comportamiento de la Universidad de California en San Diego, reflejan que "el hecho de que hayas dedicado recursos irrecuperables a un proyecto no significa que tengas que hundirte con el barco", aseguraban sus autores.

La evidencia científica revela que, para evitar tomar decisiones irracionales, es fundamental identificar este sesgo cognitivo y aprender a tomar decisiones basadas en datos objetivos y posibilidades futuras, no en lo que te ha costado llegar hasta el punto en el que te encuentras.

Reconocer la falacia del coste hundido es el primer paso para superarla en decisiones laborales. Si no se produce esa concienciación se corre el riesgo de seguir invirtiendo recursos, incluso de forma más intensa, cayendo en un círculo vicioso del que cada vez resultará más complicado salir.

Tal y como destacan desde Asana, es importante no dejarse llevar por el inmovilismo y tomar las decisiones basadas en datos objetivos y tomar una perspectiva externa, no dejarse llevar por miedos e inversiones del pasado.

Fuente.


jueves, 18 de septiembre de 2025

Economía Senior: Trabajar mientras se cobra la pensión

Jubilación activa, flexible, parcial... son fórmulas que van al alza, y que asisten a cambios normativos que se avanzan a los cambios sociales que llegan.

Trabajar mientras se cobra la pensión. No es nuevo, pero va a más. La jubilación activa, flexible y parcial hace tiempo que funcionan, pero asisten a cambios normativos que buscan adaptarse a la creciente diversidad de perfiles en el colectivo de personas jubiladas.

¿Qué es hoy estar jubilado? ¿Tiene sentido asociarlo todavía a una desconexión total de lo que se ha llamado ‘economía productiva’? ¿Quién opta hoy por fórmulas como la jubilación activa y por qué crece el interés por ello?

Laura Rosillo, vicepresidenta de Asencat (Associació de Sèniors de Catalunya) y colaboradora de la Fundació Factor Humà, analiza el fenómeno: «Esto traduce una tendencia en toda Europa, que es el cambio importantísimo en la percepción de la edad. En estos momentos, una persona de 65 años está en su mejor momento profesional, y esto se está traduciendo en medidas que, poco a poco, cambian las leyes y la percepción».

«La jubilación activa -prosigue Laura Rosillo- ya existía, con muchísimas limitaciones. Pero ahora, el gran cambio es que se considera deseable que esta persona siga trabajando, porque echarla de la empresa puede significar una pérdida de talento. A los 65 años, jubilado, tienes como mínimo 20 años por delante de vida. Y la edad cronológica no tiene nada que ver con la edad biológica. A diferencia de lo que podía suceder hace años, tener hoy 65 años no te hace ser un viejo».

A esto se le suman los importantes cambios experimentados por la pirámide de población en toda Europa, donde por ejemplo, en España «los mayores de 50 años somos hoy el doble que los menores de 18 años; somos la nueva mayoría», destaca Laura Rosillo. «Las empresas -prosigue la vicepresidenta de Asencat- ven que el relevo generacional será prácticamente imposible y que, por lo tanto, las carreras profesionales se tendrán que alargar».

«Ya hay figuras -explica Laura Rosillo-, como la del interim management, en la que este talento senior está trabajando de forma temporal en la empresa para resolver un problema».

¿Cuestión de dinero?

¿Por qué alguien que cobra una pensión decide compaginarlo con un trabajo remunerado? Las motivaciones pueden ser tantas como personas que tomen esa decisión, pero existen unas condiciones que empujan hacia una u otra dirección. El componente económico es uno. ¿Nos veremos forzados a esta ‘solución’ para tratar de compensar nuestra pérdida de poder adquisitivo una vez convertidos en pensionistas?

«Todo lo que tiene que ver con las pensiones cambia cada seis meses -reflexiona Laura Rosillo-, pero la mayor parte de los jubilados no cobra la pensión máxima, y mucha de la gente que está entrando en la jubilación no ha ahorrado. Por eso muchas de esas personas están tratando de alargar la fecha de jubilación, porque para muchas de ellas, cuando se jubilan, la pérdida de capacidad adquisitiva es muy alta».

Pero luego «hay otros factores -prosigue-, que tienen que ver con el hecho de que está demostrado que si estás activo más tiempo, alargas tu esperanza de vida. El envejecimiento depende de la genética, de la alimentación, del sistema sanitario... y cuanto más tiempo posible estés activo, es decir con actividad y propósito, más se retrasará ese envejecimiento».

La Gran Recesión lo cambió todo

Laura Rosillo sitúa un momento en nuestra historia reciente como punto de inflexión: la Gran Recesión desatada después de la crisis financiera originada en 2008 se llevó por delante todo lo que habíamos asumido tradicionalmente como jubilación. «En 2008 -destaca esta colaboradora de la Fundació Factor Humà- hubo una racha de prejubilaciones, con gente de poco más de 50 años que disparó el turismo senior, y empezó a cambiar la percepción de la edad».

Eso fue madurando hasta que «el anterior ministro [de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, José Luis Escrivá] rompió la dinámica de la obligación de no trabajar, de retirarte cuando te jubilabas. Eso ha cambiado, y hemos de ver todavía muchos cambios en el tema de la jubilación, porque hay una auténtica revolución demográfica: en estos momentos, por primera vez, estamos a punto de perder población en el mundo».

«Se necesitan expertos: vamos a ver cada vez más tirar de talento sénior» (Merche Fernández, LHH/Grupo Adecco)

Merche Fernández, directora de Transformación de LHH-Grupo Adecco, coincide en el cambio que ha supuesto contar con «personas que se prejubilan con poco más de 50 años, con mucha energía, que dependiendo del perfil profesional han sido directivos, y que pueden combinar su jubilación con colaboraciones como freelance, docentes, expertos... Es una tendencia cada vez mayor».

«En estos perfiles -prosigue Merche Fernández- se mezclan dos aspectos: una reflexión por la parte económica, y otra reflexión acerca de cómo continuar activo en el mercado laboral. Las empresas necesitan expertos, y estos perfiles cada vez han de estar más demandados en posiciones que requieren de conocimientos específicos, que aportan valor añadido. En cambio, es difícil ver a gente de esta edad en posiciones de producción de línea o de almacén, por ejemplo».

«Vamos a ver cada vez más -añade Merche Fernández- tirar de talento senior para aquellas posiciones que requieren más conocimiento específico. El edadismo cada vez va a ser menos, porque cada vez tenemos más necesidad de personas con este conocimiento».

Por otro lado, esta experta en talento augura un aumento de personas que «buscarán estas colaboraciones para compensar esa pérdida de capacidad adquisitiva» que comporta pasar a ser pensionista. «No lo descartan, porque a nivel económico puede ser una parte importante de sus ingresos, pero muchas veces algunas personas lo dejan de hacer -señala Merche Fernández- porque les perjudica en la pensión. Es un tema complejo que necesita que te asesoren muy bien».

¿Llegaremos a un escenario en el que, algún día, la jubilación activa no sea una opción personal, sino una necesidad para subsistir? «Yo tengo una visión muy sesgada -reflexiona Merche Fernández, de LHH-, porque nuestros principales clientes son grandes empresas que se preocupan de que esas personas no tengan dificultades económicas, pero no pienso, de momento, que eso suceda en un futuro».

«No es mayoritario -prosigue-, pero estoy convencida de que cada vez encontraremos más gente, con empresas que lo que compran es el conocimiento, igual que cada vez veremos más interim management. Y todo esto se gestiona a través de networking, con personas que trabajan su marca personal, hacen docencia, participan en foros».

«Pero si te desconectas -alerta Merche Fernández-, después es más difícil volver a conectarte, porque pierdes el hilo y pierdes credibilidad. Quien está en activo continuamente, tendrá trabajo, será valorado».

Laura Rosillo, de Asencat, lo resume: «Creo que es recomendable. En mi caso, yo ingreso una cantidad anual, que no es alta, porque podría ser el doble, pero eso me da la vida, porque un trabajo voluntario [estando jubilado] no es lo mismo que cuando presentas una factura, eso te obliga a otra actitud».

«Para la salud mental -concluye Laura Rosillo- es importantísimo tener ingresos. Esa sensación de que ‘cobro sin trabajar’ la tenemos todos los jubilados. Con la excepción, quizás, de quienes han hecho mucho trabajo físico, que reciben la jubilación como un regalo. Pero para el resto, es como un divorcio. Así que, aunque sea poquito lo que ingreses, es importante».

Fuente.

sábado, 6 de septiembre de 2025

El conocimiento es lo único que asegura nuestra supervivencia

«Miedo, mentira y culpa son las tres fuerzas principales que gestionan el mundo»: así de tajante comienza su libro. El miedo es a lo diferente, las mentiras vienen de las redes sociales y las noticias falsas, pero ¿cómo se articula la culpa en el siglo XXI, en plena revolución digital?

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La culpa en el siglo XXI se articula como se articuló toda la vida, en el primer o segundo milenio antes de nuestra era o en cualquier otra etapa. La culpa consiste en hacer creer al ser humano que es responsable de lo que no es. Determinadas religiones nos hacen creer que somos culpables de un pecado original que nosotros no cometimos nunca, y a través de un sacramento nos liberan de esta culpa. Imprimir un sentimiento de culpa en el ser humano es el primer paso hacia el dominio de ese ser humano. Ese sentimiento de culpa ha ido cambiando a lo largo de la historia dependiendo los credos religiosos, las filosofías y las ideologías, que siempre tratan de establecer lo que está bien y lo que está mal.

«Antes todo era pecado, ahora todo es delito». ¿Cuál es el pecado original de nuestra era?

Son muchos, y dependen siempre de quién detenta la potestad de codificar lo que está bien y lo que está mal. Lo que para unos es un pecado para otros es una virtud; eso depende del tipo de creencia que cada uno tenga, por ejemplo, para un materialista el pecado es ser espiritualista, y viceversa. En los tiempos de antes lo que se imponía como código para regular la conducta de la gente era la religión, y hoy día lo que se impone como código son las ideologías. Son diferentes formas de organizar las creencias colectivas.

«Si somos inteligentes y no hacemos nada con ello somos inteligentes asintomáticos»

Usted define el conocimiento como «una ofensa en tiempos de barbarie». También habla de la filosofía y la ciencia y de las falacias de la nueva universidad. ¿De qué hablamos cuando hablamos de conocimiento?

El conocimiento es aquello que permite mejorar las condiciones de la vida humana. El conocimiento de una enfermedad permite curarla, el conocimiento de la ingeniería permite al ser humano llevar a cabo obras para vencer obstáculos naturales, el conocimiento de las lenguas permite a la gente comunicarse… El conocimiento es algo que exige una libertad y que no se puede desarrollar a espaldas de la libertad; está destinado, insisto, a mejorar las condiciones de la vida humana y esto es lo más importante. Privado de conocimiento, el ser humano no puede vivir: nos matan las enfermedades, las incidencias climáticas, los animales… El ser humano está obligado a desarrollar constantemente sus posibilidades de conocimiento para no morir. El conocimiento es lo único que asegura nuestra supervivencia en un mundo saturado de adversidades.

También afirma lo siguiente: «La interpretación de la realidad no es, en sí misma, conocimiento de nada. Si no haces algo útil con lo que estudias, interpretas o sabes, te engañas a ti mismo». ¿Qué es hacer algo útil con el conocimiento? O por el contrario, ¿qué es hacer algo inútil?

Hacer algo inútil es no hacer nada con él: no vas a tener la razón teórica, es necesario tener la razón práctica. Si somos inteligentes y no hacemos nada con ello somos inteligentes asintomáticos, por decirlo cómicamente. El conocimiento que no da lugar a hechos útiles es un conocimiento inútil. Yo puedo saber mucho de música, pero si no sé interpretar al piano una sonata de Mozart, es como si no supiera nada. El movimiento se demuestra andando.

Ante el conocimiento, la «emotiocracia», el imperio de las emociones, concepto formulado por el filósofo Carlos Javier González Serrano y desarrollado por usted en el libro: «Ya no es la libertad, sino la felicidad, el objetivo de nuestro tiempo». ¿Nos quieren alienados y felices?

Yo diría que no es que «nos quieran», sino que la gente se quiere a sí misma alienada y feliz. Uno no se convierte en alguien alienado por la felicidad a menos que uno mismo lo quiera y lo acepte. Nadie nos obliga a ser felices: cada uno escoge o rechaza los elementos que quiere. Un ejemplo son las redes sociales: hay personas que usan las redes sociales para unas cosas, otros para otras, otros para nada y otros para todo. Es como la alimentación: tenemos a nuestra disposición una serie de alimentos, y hay gente que escoge solo tomar azúcar o carne o verdura, pero nadie les obliga a ello. Nos quieren alienados o felices imperativamente, pero cada uno tiene libertad de elegir lo que quiere o lo que no quiere. En nuestra sociedad la gente parece preferir la felicidad y el dinero a la libertad, y esto es revelador, porque no siempre ocurrió así, con las características con las que hoy se produce. Hoy tenemos determinadas condiciones socioeconómicas que no se daban hace cien años, como las redes sociales o la digitalización de la experiencia humana, que han introducido cambios muy precipitados que todavía no se han asimilado. Las redes provocan en los adolescentes efectos hasta cierto punto comparables con los que pudo tener la irrupción de la droga en los años 70 u 80. Las redes causan problemas de salud física y mental a muchos adolescentes, aunque no son las únicas responsables, también hay otros factores que la educación no es capaz de resolver.

«Esta oleada que vivimos de falso puritanismo no es más que una incapacidad para asumir la realidad»

Entre los lectores de literatura, cada vez abundan más los nuevos puritanos. He leído a gente que dice que no va a leer tal o cual clásico porque muestra violencia sexual, racismo… ¿Aplicar a la literatura los actuales criterios de moralidad también es parte de esa creciente falta de comprensión lectora que padecemos?

En realidad, esto no es ninguna novedad a lo largo de la historia de la literatura. Si la libertad es lo que los demás nos dejan hacer, la literatura es lo que a lo largo de la historia la religión, la filosofía y las ideologías nos han permitido escribir. La literatura es todo aquello que no se ha podido censurar. Esta oleada que vivimos en el siglo XXI de falso puritanismo no es más que una incapacidad para asumir la realidad, pero no es la primera vez que se produce en la historia. La literatura siempre se ha enfrentado a la limitación de la libertad: es una construcción humana totalmente racional que se abre camino hacia la libertad a través del pensamiento dialéctico, y siempre ha tenido enemigos. La filosofía nació declarando la guerra a la literatura, con Platón expulsándola de su Estado. El idealismo que hay hacia la filosofía como un sistema de saberes y conocimientos es un idealismo galopante. La filosofía es una forma popular de administrar creencias religiosas.

También veo una cierta tendencia a simplificarlo todo en el nombre de la divulgación, a dotarlo de emociones. Pienso por ejemplo en eso de que «lo grecolatino está de moda», cuando en realidad no se lee a los autores grecolatinos en sí, sino a otros que hablan de estos autores y los «mastican» mezclando teoría y subjetividad. ¿Estamos condenados a perder la lectura directa en pro de interpretaciones?

La lectura directa se perdió hace mucho. Hoy el conocimiento de los autores clásicos es nulo: en primer lugar, la gente no conoce ni el latín ni el griego a nivel de lengua, y, en segundo lugar, la literatura grecolatina está ignorada. Son simplemente nombres que además se limitan a Homero, Ovidio, Horacio y poco más. Por otro lado, y dentro de la tradición de la literatura sapiencial está este libro, Una filosofía para sobrevivir en el siglo XXI, un libro que está en contra de los libros de autoayuda y que forma parte de una tradición ensayística muy grecolatina que está destinada a la autodefensa intelectual y a la educación intelectual del ser humano, lo que Gracián llamaría «un espejo de príncipes».

«Cuando se habla de inteligencia emocional yo me echo a reír: ¿hay alguna inteligencia que no sea emocional?»

Afirma también que «sentir exige pensar». ¿Se puede enseñar a pensar?

Se puede enseñar a pensar mejor y a pensar peor, pero el pensamiento es el resultado de un ejercicio que, más que enseñar, se practica. Es como enseñar a enseñar, es algo que no tiene sentido. No hay receta para ser un buen profesor ni para aprender a aprender. Cuando se habla de inteligencia emocional yo me echo a reír: ¿hay alguna inteligencia que no sea emocional? A la inteligencia no llega nada que no haya pasado antes por las emociones y los sentidos, pero eso ya lo sabemos desde Aristóteles. Vivimos en un mundo dominado desde el siglo XVIII por la hegemonía cultural del mundo anglosajón, que no tiene capacidad contemporáneamente para analizar la literatura. Y como no saben qué hacer con ella, han inventado un concepto idealista y falso de «cultura» donde se trata de reemplazar la literatura por cultura, de ahí el triunfo de los estudios culturales frente a los literarios. Tratan de reducir una en la otra, como si fuera soluble. La cultura es una invención anglosajona de los pueblos que no tienen literatura.

Usted es profesor universitario desde hace más de 30 años, y en el libro es muy crítico con el profesorado que se queja de lo mal que está la educación, pero luego no hace, en su opinión, nada por ella. ¿Se han desentendido los profesores de su profesión?

Los profesores son muchos y no podemos hablar como si todos se comportaran igual. Lo que sí es cierto y resulta innegable es que todos nos quejamos de nuestro trabajo, y esto es legítimo, la queja siempre es razonable, pero las cosas no pueden terminar en una queja: hay que hacer algo para que lo que nos hace quejarnos pueda solucionarse. Ante el problema de la educación hay muchas soluciones; yo, por mi parte, he optado por dar las clases con la mayor calidad posible que puedo y ponerlas a disposición de todo el mundo. Soy partidario de una educación pública, abierta, gratuita y de calidad, pero eso hay que trabajarlo. Por esa razón quise publicar mis clases de manera abierta, que todo el mundo pudiera tener acceso al conocimiento literario. Algo se consigue, pero cada profesor es responsable de lo que hace, de su trabajo y de sus logros. Hoy tenemos a nuestra disposición unas técnicas que hace veinte años no teníamos, como la posibilidad de publicar una exposición y ponerla a disposición de todo el mundo a través de un medio audiovisual. Hay gente que no tiene dinero para pagarse una matrícula o asistir a clases universitarias, y es una manera de hacérselo llegar. Yo he puesto 1.500 vídeos de clases mías a disposición de todos aquellos que tengan conexión a internet. Utilizo la inteligencia de la que dispongo para interpretar la literatura y hago públicas estas interpretaciones. Podemos quejarnos de lo mal que está la educación, pero yo opto por ejercer educación pública de calidad y no solo solicitarla.

«Podemos quejarnos de lo mal que está la educación, pero yo opto por ejercer educación pública de calidad»

No puedo terminar esta entrevista sin preguntarle por el Quijote, una de las obras clave en su trayectoria. En el mundo de la revolución tecnológica y la emotiocracia, ¿qué lecciones para el día a día nos aporta la gran obra de Cervantes?

Sobre todo, que los idealistas conducen al fracaso. El Quijote es una obra que esencialmente nos enseña que los idealistas son los recursos humanos del totalitarismo y que conducen al fracaso a cualquier sociedad. El idealismo es un miedo a la realidad, y por ello el idealista censura la realidad. En el idealismo están los principales problemas que explican el fracaso del ser humano, pues el idealista es incompatible con la realidad. Si Alemania hubiera entendido el Quijote, no se hubiera metido en empresas idealistas que llevaron a ese país a dos fracasos universales seguidos.

Fuente.

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