La sociedad del conocimiento juega un papel clave en nuestras vidas y en la actividad económica. Las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) por sí solas no habrían conseguido el impacto suficiente en la sociedad sin la capacidad de aprendizaje de gran parte de la población, tal como se da hoy en los países más avanzados del planeta. En caso contrario, las TIC habrían quedado reducidas a unos espacios cerrados y elitistas generando un sector de las nuevas tecnologías, pero no una sociedad del conocimiento.
La segunda mitad del siglo XX puede definirse como la era de la educación y la formación. Es obvio que no serían imaginables ni el grado de bienestar ni el mismo funcionamiento de las sociedades complejas desarrolladas sin los niveles de educación conseguidos. Hoy nuestras sociedades pueden caracterizarse como “sociedades educadas” y la formación está pasando a ser una actividad importante en la población. Los cambios en el siglo XXI no hacen más que acentuar la necesidad de la formación y orientación profesional, no sólo como elemento de progreso social y económico, sino básicamente para no perder el tren de la innovación y el cambio.
Hoy, se enfatiza el reciclaje y la movilización de los conocimientos prácticos para el desarrollo profesional de los individuos en una estrecha relación con las necesidades del sistema productivo.
Si hoy la formación y orientación profesional cobra un nuevo significado es debido a los rápidos procesos de cambio que afectan de forma generalizada a las sociedades desarrolladas. La adaptación de la población a estos cambios se convierte en una nueva necesidad social de primer orden. En torno a este punto existe un acuerdo generalizado sobre el papel de la orientación profesional como uno de los elementos claves que pueden facilitar la adaptación de las personas a la transformación de su entorno.
En una sociedad polarizada socialmente, la población sin titulaciones académicas sufre importantes desigualdades en el acceso a las oportunidades laborales y sociales, que se convierten fácilmente en fuente de exclusión.
El alto índice de fracaso escolar, que se mantiene actualmente produce una de las restricciones importantes al desarrollo de la sociedad del conocimiento en el futuro, constituyendo además una fuente de exclusión más dura, si cabe, que la económica: la exclusión cultural, la exclusión del conocimiento. Convendría prestar mayor atención a este problema.
La segunda mitad del siglo XX puede definirse como la era de la educación y la formación. Es obvio que no serían imaginables ni el grado de bienestar ni el mismo funcionamiento de las sociedades complejas desarrolladas sin los niveles de educación conseguidos. Hoy nuestras sociedades pueden caracterizarse como “sociedades educadas” y la formación está pasando a ser una actividad importante en la población. Los cambios en el siglo XXI no hacen más que acentuar la necesidad de la formación y orientación profesional, no sólo como elemento de progreso social y económico, sino básicamente para no perder el tren de la innovación y el cambio.
Hoy, se enfatiza el reciclaje y la movilización de los conocimientos prácticos para el desarrollo profesional de los individuos en una estrecha relación con las necesidades del sistema productivo.
Si hoy la formación y orientación profesional cobra un nuevo significado es debido a los rápidos procesos de cambio que afectan de forma generalizada a las sociedades desarrolladas. La adaptación de la población a estos cambios se convierte en una nueva necesidad social de primer orden. En torno a este punto existe un acuerdo generalizado sobre el papel de la orientación profesional como uno de los elementos claves que pueden facilitar la adaptación de las personas a la transformación de su entorno.
En una sociedad polarizada socialmente, la población sin titulaciones académicas sufre importantes desigualdades en el acceso a las oportunidades laborales y sociales, que se convierten fácilmente en fuente de exclusión.
El alto índice de fracaso escolar, que se mantiene actualmente produce una de las restricciones importantes al desarrollo de la sociedad del conocimiento en el futuro, constituyendo además una fuente de exclusión más dura, si cabe, que la económica: la exclusión cultural, la exclusión del conocimiento. Convendría prestar mayor atención a este problema.
Trabajadores y trabajadoras.
La sociedad.
Empresa.
Todas las respuestas anteriores son correctas.
La fuente de datos de empleo más importante que se elabora en España es... Señalar la correcta:
La Encuesta de Estudios Sociolaborales.
Las estadísticas de la Seguridad Social.
La Encuesta de Población Activa (EPA).